Narra Pamela:
Solo era una la razón por la cual jamás acepté ser modelo, o bueno, jamás volví a aceptarlo más precisamente. Alguna vez lo fui, de la mano de una ex pareja, cuando apenas cumplí los veinte. Algo en él lo volvía completamente desinhibido. No me hizo caso nunca cuando le pedí que fuera gentil conmigo, solo le importaba mostrar el control que ejercía sobre mí. Allí en la cama, abrazada y siendo cogida salvajemente por él, me sentía tan segura… tan a salvo. Para mi mala fortuna, para él yo solo era otra más, otra más de las tantas a la que él llamaba modelos.
Mi actual marido siempre me conoció como una chica tímida, tranquila. Creía que con él lograría ser feliz. De cierto modo se cumplió, Tony llegó a mi vida. Los primeros años de matrimonio fueron buenos, ahora admito que me esforzaba en la cama para complacerlo, pero en ese entonces no me importaba. Sin embargo, todo cambió cuando descubrí su intento de infidelidad. Tuve la fortaleza de encararlo, aunque a mitad de discusión me marchara llorando sin ya importarme lo que él hiciera o no. La siguiente mañana lo admití: solo me formé una fantasía sobre él, nuestros padres nos habían orillado a estar juntos. Jamás lo amé. Amaba sentirme segura, pero con él siempre eran abusos hacia nosotros. Sus propios amigos intentaron follarme más de una vez, él se excusaba diciendo que lo hacían de juego. Solo bastó sentir las fuertes manos de Rapha para que mi interior lo acepte, era suya. No me importaba si esto era solo cosa de una noche, quizá sí. Pero quería sentirme bien al menos una vez, quería volver a sentirme yo.
—Ahh… Ah.. Es-sp.. Ah.. Rapha… Esp-pera…
La garganta me dolía, no sé cuánto tiempo la tuve dentro de mi boca. Mis ojos lagrimeaban, apoyaba una mano sobre su duro muslo, la otra aún cogía su salivado miembro. Respiraba exhausta, dejé caer mi rostro sobre su regazo. Desde allí vi tan monstruosa cosa, le di un tierno beso. Aquello fue suficiente para reanimarme, no soportaba no tenerla en la boca. Volví a tragarla, ya me cabía entera.
—Mmmphhh… Mmmmhh
—Nadie te dijo que te la podías sacar.
Volvió a levantar su cadera y empujarme la cabeza hacia abajo. Dios como amaba que me hable y me trate así. En ocasiones levantaba la vista, lo veía como a todo un hombre, aunque apenas tenga la mayoría de edad.
Él me acomodaba el cabello, esta vez me lo estaba recogiendo, sabía lo que se aproximaba: respiré hondo. Me había hecho una cola, primero me tiró hacia afuera, se acomodó en el asiento para luego destruir mi boca.
—*Cgh* *ccgh* *cgh* *cghh* —me destruía la garganta..
Narra Rapha:
Pocos sonidos me gustaban más que el de las llantas aplastando las piedras y moviéndose entre la tierra, tan suave y crujiente a la vez; sin embargo, lo que esta perra estaba haciendo era glorioso. Tenía una mano en el volante, la otra sobre su cabeza, aplastando todos mis dedos sobre esta, manteniéndola inmóvil e indefensa frente a mi perforadora verga. Ya veía las rejas delante, estábamos a punto de llegar.
—Cómo me dejas la verga… Aunque no sé si estás más mojada tú.
—Ah-hhh… No me la saques…
Se podría decir que vivía en un bosque, solo el enrejado separaba mi extenso jardín de todo el exterior. Mediante algunos botones, pasé por la reja de ingreso y luego al garaje. Apagué el motor.
—Y llegamos.
—Dámela… —acercaba su rostro a mi verga.
Reí y me bajé, ella me quería tomar de la chaqueta. Me terminé de quitar el pantalón y los zapatos. Fui hasta la otra puerta, tan pronto como la abrí Pamela dio un salto. Ya estaba afuera. Aún con todo lo que ocurrió, seguía con aquella resplandeciente expresión, salvo por su cabello maltratado y lo descolocada de su boca.
—La quiero —me dijo masturbándome el miembro con su mano.
—Y yo a ti —la cargué con extrema facilidad.
Narra Pamela:
Todo dentro de mí explotaba, me aferré a sus fuertes brazos. Me sentía tan ligera. Oí cómo abrió la puerta del garaje, todo estaba muy oscuro. Caminamos por un largo pasillo, hasta que llegamos a lo que parecía ser su sala: era inmensa. No pude mostrarle atención a los detalles, pues de un momento a otro ya estaba sentada sobre un mueble de madera. Quedé casi a la altura de Rapha, quien se acercó a mi cuello. Comenzó a besarme.
—Ra-apha… Mm-mm…
—Que caliente estás —me dijo mordiéndome la oreja.
Era verdad, yo misma me sentía tan acalorada. Me limité a tomarlo del cuello, acariciando su cabello. Cerré los ojos, suspirando fuerte. Me dejaba llevar por esos labios carnosos sobre el punto más débil en mi cuello. Dejó sus manos en mi cintura, subiéndolas lentamente. No le importaba manosearme entera. Tanto su boca como sus manos compartían destino: mis acalorados pechos. Fue bajando desde mi cuello lentamente, sus manos ya habían llegado, amasaba el contorno.
—Esta vez no me quedo con las ganas —dijo entre besos a mi pecho.
Yo tenía los ojos cerrados, me estaba dejando llevar. Solo sentía su tacto sobre mí, por lo que grité cuando este acabó rompiendo mi vestido.
—¡Rapha! —reaccioné abriendo los ojos.
—¡No me dejarás con las ganas!
—¡Ra… Ra-aph..! —me comía las tetas.
Narra Rapha:
Toda su parte superior estaba expuesta. Como dije, no llevaba lencería, era un bra negro típico, el cual apenas cubría la mitad de semejantes montañas. Primero enterré allí mi rostro, disfrutando de la suavidad y lo tersa de su piel. No estaban caídas, eran dos pedazos de tetas bien formadas; tan redondas, tan suaves. Pasé mi mano por su espalda, quitándole el bra y arrojándolo por algún lado. Tuve total libertad de hacer lo que quisiera.
Las cogí desde abajo, levantándolas con mis palmas. Repartía besos entre una y otra. Ella se quejaba, me jalaba suavemente del cabello, movía su cuerpo buscando liberarse.
Sus aureolas no eran tan grandes, tampoco oscuras, pero sus pezones estaban tan duros. Jugué con ellos con la punta de mis dedos.
—¡Ahh Raph.. Noo! —movía la cabeza en todas direcciones.
Lentamente alterné mordidas y pellizcos entre uno y otro. No sé cuánto tiempo me la pasé jugando con ellas. Terminé con una palmada sobre estas. Ella me vio, parecía enojada, estaba sudando a mares. Baje mi vista, precisamente a su coño. Ella lo notó, cruzándose de piernas y colocando sus manos delante. Negaba con la cabeza, estaba lagrimeando.
Narra Pamela:
No había hecho más que usar mis tetas y ya estaba al borde de la excitación. Sabía que solo faltaba un poco más de estimulación para quedar perdida en la nada. Estaba empapada, completamente acalorada, quería llorar. Creo que había llegado lo último de mi cordura hacia mí. No podía hacerlo, él era amigo de mi hijo ¿Qué pensaría Tony si llegara a enterarse? Que su tierna madre acabó siendo ultrajada por uno de sus amigos… No. Tenía que sal..
—¡Quieta! —me ordenó.
Con solo una de sus manos, tomó mis dos débiles muñecas, las llevó por encima de mi cabeza. Lentamente se acercó a mi rostro, a mi oído.
—Te voy a follar.. —me susurró.
—N-no.. —alcancé a responder en un quejido. Usó sus dos rodillas para separar mis piernas—. Por.. N-no.. Ra-apha..
El vestido se estiraba por la presión que ejercían las piernas de Rapha sobre mí, al querer separar las mías. Fue allí cuando me mostró su mano derecha libre. La coloqué en el borde del vestido entre mis piernas, yo negaba. *Trrrr* De un tirón abrió el vestido, mis piernas se abrieron lo más que pudieron, libres. Ya era visible la ropa interior negra que usaba, un brillo asomaba su cercanía, estaba realmente empapada. Él no perdió tiempo, colocando su palma sobre mi indefensa intimidad. Reaccioné con unos espasmos
Lo siguiente fue una escena en cámara lenta. A medida que hacía a un lado mi braga, yo le rogaba que no continuara.
—Carajo estás hecha un desastre.
—P-para…
Su primera yema acarició mis labios exteriores. Me quejaba suavemente, quería soltarme de su agarre, pero me era imposible. Su fuerte y venoso brazo no me dejaba tregua, solo verlo me hizo recordar lo que hace mucho tenía en mi boca.
—¡Rapha! —grité.
—¿Quieres que pare? —susurró muy cerca de mi oído mientras hacía círculos con sus dedos.
No respondí, giré mi cabeza mordiendo parte del brazo de él. No quería soltar más gemidos. Rapha tensó su brazo, pude sentirlo. Cerré los ojos con fuerza, movía más rápido sus dedos, incluso se jactaba de hacerlo en la entrada, sin presionar. Solo estaba jugando conmigo, quería probar que tanto podía aguantar.
—¡Rapha! —grité volviendo mi rostro hacia él.
En mi mirada podía notarse la desesperación, estaba muy agitada. No dejaba de hacer gestos, él seguía, pero esta vez sí llevó sus dedos a mi clítoris. Tiré mi cabeza atrás, mirando el techo.
—¡R-Ra…! ¡Ahh-hhh! —mordía mis labios—. ¡Y-Ya! ¡Pa-ara! ¡Diosss!
—Córrete para papi —susurró a mi oído, llenándolo de su voz.
—¡Rap-ph..! ¡Uhhfff! —no pude aguantar más—. ¡Me corroooo!
Mi mente abandonó mi cuerpo, él dejó de tocarme. Sentí una gran presión fuera de mí, temblaba. Tenía la mirada perdida, ninguno de mis músculos reaccionaba, parecía sonámbula. Pero dentro de todo, sonreí, me sentía maravillosamente bien. La noche podía terminar ahí y aquello sería lo más placentero que jamás hubiera experimentado en la vida; sin embargo, él tenía otros planes para mí. Luego de algunos minutos, recobrando la conciencia, bajé la vista: había empapado el mueble. Rapha estaba saboreando mis jugos con sus dedos. Llevó uno hacia mí, ambos nos vimos. No hubo palabra o seña por medio, le chupé el dedo manteniendo contacto visual con él.
Narra Rapha:
No era necesario ser adivino para reconocer que a esta perra nadie la había tocado en años. La forma en la que me miraba y movía su lengua por alrededor de mi dedo, podía negarse todo lo que quiera, pero nada evitaría que hoy acabara follándola. Retiré mi dedo, ella suspiraba fuerte. Intentó cubrirse los pechos y cerrar sus tiernas piernas, pero fue allí cuando dejé caer fuertemente mis manos sobre sus gruesos muslos *Plas*. Pamela tiró su cabeza atrás, impidiendo soltar gemido alguno. Sentí la presión de sus piernas queriendo cerrarse, pero yo era mucho más fuerte. Volví a besar sus pechos, pero lentamente fui bajando.
—N-No.. No lo.. Mmmhh.
Sabía lo que quería hacer, hace mucho que se me estaba antojando. Le di un beso en los labios, no precisamente en la boca.
—¡Dioss! ¡Rapha nooo!
Sentí sus espasmos y sus intentos vanos por tratar de liberarse. Yo acabé abrazándola fuertemente, pasando mis brazos por detrás de su espalda, no quería que se moviese en lo absoluto. Tenía la punta de mi nariz en su clítoris, saqué mi lengua tanteando sus pliegues. Pamela hacía fuerza por todos lados. Le dejé otro beso, comencé a dejar varios.
—¡Te voy a mat..! ¡Raphaaa! —me tomó de la cabeza, jugaba entre quitar y hundirme más la cabeza.
Hacía un lado sus labios con los míos, mi lengua juguetona ingresaba a lo superior de su monte. Los gemidos de Pamela eran lo único que ahora podía oírse. Poco a poco sentía menor resistencia, a medida que golpeaba su clítoris con mi lengua. La subía y bajaba, de lado a lado, me divertía con la intimidad de la necesitada madura. Levanté la mirada, lo había negado mucho hace instantes, si tan solo ella y su hijo miraran la cara de placer que ahora ponía..
—¡Ahhh…uhh! —pegó un gemido agudo, trayendo su cuerpo adelante.
Narra Pamela:
Llevé mis dos palmas a mi boca, apreté fuerte tratando de silenciar los quejidos que estaba soltando. Pero.. Dios… Él estaba haciendo lo que quería con mi húmeda vagina. Ni siquiera podía moverme, estaba encerrada entre sus fortísimos brazos. Ya mi mente se nublaba, poco a poco perdía las fuerzas, regresaba a aquel sitio cercano al cielo, al cual él me había llenado hace instantes. Gritaba y me movía como loca, no lo soportaba más. Estaba a punto… Cuando él se detuvo y se separó, bajé la vista. Aún se mantenía cerca, me miraba con una sonrisa la cual odié.
—¡Por favor! —le grité, empujando su cabeza hacia mí y apartando la mirada.
Él abofeteó mi muslo, sus brazos me habían liberado pero ahora no quería escapar. Una de sus manos comenzó a manosear mi pecho derecho, mientras los dedos de la otra destruían mi clítoris en todas direcciones; para finalizar, introducía su lengua hasta aquel punto donde había memorizado mis más fuertes espasmos. Como resultado, acabé corriéndome nuevamente.
—¿Qué pasa? —me preguntó, acercándose a besar mi cuello. Yo no dejaba de temblar.
Volvió a tomarme en sus fuertes brazos, evitando que caiga deslizada por aquel mueble, ya no tenía fuerzas para nada. Esto había sido demasiado, no creía soportar más descargas de placer. Sin embargo, sentí como era cargada. Era cierto, abrí los ojos y pude notar que subíamos unas escaleras. Aún respiraba agitada, él dejaba besos en mí cada tanto. Tan solo oía sus pisadas, luego el abrir de una puerta y pronto el cierre de la misma. Seguimos avanzando hasta que me dejó reposar suavemente sobre lo que sentía como una nube. Moví mis manos, sintiendo más telares: era una cama.
—Rapha… —susurré su nombre, aún desorientada.
—Aquí estoy, mi amor —me dijo besando la palma de mi mano.
No sé por qué , pero creo que sonreí. Sus manos volvieron a mi cuerpo, sentía como me terminaba de retirar el rasgado vestido. Finalmente me tenía completamente desnuda sobre su cama. Yo volvía en mí, lo vi retirarse la camiseta. Mordí mi labio, era tal y como lo había imaginado. Todos los músculos estaban crecidos y tonificados, casi le pedía que me deje tocarlos. Solo disfrutaba la vista, hasta que bajé más y recordé su grueso y erecto miembro. Él subió a la cama, dirigió su cosa a mis piernas.
—¡No! ¡N-Nooo! —reaccioné retrocediendo.
—¡Ven aquí! —me jaló de las caderas, sentí su glande en mi vientre—. ¿No creerás que te traje a dormir o sí? jaja.
—¡Rapha noo! Ya fue suficiente… Necesito tomar un respiro…
—Esto es lo que necesitas —golpeó mi entrada con su miembro. Volví a dejarme caer sobre la cama.
—Por fav…
—¡Cállate! —introdujo su glande, muy despacio.
—¡¡¡Ra-aphaaa!!!
Pegué un grito bastante fuerte. No recordaba haber gritado así nunca, pero era entendible: él ensanchaba mi interior solo con su glande. Dentro de mí daba gracias a Tony por haber ensanchado mi conducto, pero esa no era yo, jamás hubiera pensado cosas así antes.
—¡Paraa-aaa! ¡Ahh! ¡Me vass-ss..!
—¡Mierda! Qué ajustada estás..
Esa cosa en serio me estaba haciendo mal, ya no controlaba ni mis pensamientos. Su miembro era demasiado para mí, poco a poco la iba enterrando más, sentía como frotaba todas mis paredes. Llevé una de las almohadas a mi rostro, la apreté con fuerza ahogando todo sonido.
—Ufff… Qué rica estirada le estoy dando. ¿No la había usado antes? ¿Acaso mi verga es más grande que tu hijo?
Abrí los ojos, me quité la almohada y levanté mi cuerpo superior. Lo vi a los ojos, enojada. Él respondió dejando caer sus brazos sobre la cama, a los lados de mi cuerpo. Nuestros rostros quedaron frente a frente. Sin piedad la metió entera.
—¡¡¡Raphaaaa!!! —grité fuerte, volviendo a dejarme caer.
—¡¿Qué pasa con este coño?! Me está comiendo la verga.
—¡Sig.. Siguee-ee! —sentirla salir y entrar me estaba volviendo loca.
—Es así como se trata a una vagina ¿Su esposo jamás lo hizo así?
—¡¡Raa-aap..!! ¡¡Noo!!!
*Chop* *Chop* *Chop* *Chop* *Chop* La humedad de mi vagina no dejaba de salpicar y hacer ruidos lascivos en la habitación. Gritaba sin que nada me importase, cada vez sentía que las embestidas me destrozaban más el coño. Hacía fuerza cada vez que la tenía dentro, la ansiaba cuando la sacaba.
—Ven acá —me ordenó.
Flexionó mis piernas y las dejó reposar sobre sus hombros. Puso sus manos sobre mis clavículas, dejando caer todo su peso sobre mí. Continuó con la salvaje follada.
*Chop* *Chop* *Chop* *Chop* *Chop* Gritaba como loca, me sentía tan indefensa, tan poca cosa frente a semejante hombre. Estaba siendo totalmente dominada por él. Apreté sus gruesos brazos, levantaba mi cabeza, le gemía directamente en la cara.
—¡Ahh! ¡Ah! ¡Ahhh! ¡Raph-hha! ¡Sí!
—Me encantas —mencionaba dulcemente, como si no me estuviera destruyendo el coño allí abajo.
—¡Sigue! ¡Sigue! ¡Máss! ¡Diosss!
Narra Rapha:
Había perdido ya la noción del tiempo, no sabía cuánto tiempo llevábamos follando. Aproveché su repentino desmayo para darle vuelta. La coloqué en cuatro. La azoté.
—¡Mira que pedazo de culo te cargas! ¡Te lo reventaré por puta!
—No.. No me dig… ¡Aaahhh! ¡Sii!
Se la había enterrado bien al fondo. *Plas* Sonó el primer aplauso. Me levanté, poniendóme en cuclillas.
*Plas* *Plas* *Plas* *Plas* *Plas* *Plas* Su culo rebotaba cual dos masas gelatinosas inmensas. Tranquilamente podía volverme adicto a follarla así.
—¡Este culo merece que lo traten así!
—¡Raphaaa! ¡Sigueee! ¡Damee.. másss!
—¡Ruégame! —le azoté el culo.
—¡Raphaa! ¡Fólla-aaameee!
Me arrodillé sobre la cama y de una fuerte embestida nos llevé a los dos a quedar como verdaderos perros. Yo la aplastaba con todo mi peso encima. En ningún momento se la había sacado. Pasé mi brazo por alrededor de su cuello, haciendo presión con mi bíceps. Comencé a follarla sin piedad.
*Plas* *Plas* *Plas* *Plas* *Plas* *Plas* Solo aplausos sonoros se oían, ella trataba de gritar, pero yo la silenciaba con mi brazo. La solté, pero seguí penetrándola fuerte.
—¡Ahh!.. ¡Ah!... ¡Síii!.. ¡Síii!... ¡Joderrr-rrr! ¡Raphaaa!
—¿Te encanta no puta? ¡Toma lo que te mereces!
—¡Ahhh! ¡Síii! ¡No paresss! ¡Me corrooo!
Ante la duda, se la saque antes de venirme. Esparciendo todo mi semen por su espalda, una gran descarga. Me dejé caer sobre ella, la abracé y la besé tiernamente. Ella apenas reaccionaba. No vi la hora, pero suponía que era de madrugada ya.
—Te quiero… —me dijo, con los ojos llorosos y a punto de cerrarse.
—Yo a ti —la besé.
Narra Pamela:
Desperté y vi el reloj de pared, marcaba las doce y algo más de la tarde. Me estiré, todo el cuerpo me dolía, pero parecía volver a tener veinte años. Sonreí recordando la noche. Me senté de pronto, no veía a Rapha por ningún lado. Él llegaba, estaba ya duchado y vestido, aunque su espectacular torso lucía aún desnudo. Se acercó a la cama, dándome un beso en los labios, el cual correspondí.
—Sé que te follaría de nuevo si te acompaño a la ducha, pero tengo que entrenar con el equipo —se acercó a susurrarme—. Y estoy seguro que ese coño aún está adolorido.
—Ayy no hables así —le respondí sonriendo—. Bueno yo igual tengo que irme ya…
—Te llevo en mi coche.
—No. no es necesario. No quiero que nadie sospeche.
—Tranquila —colocó su mano en mi mentón—. Usaré otro, igual polarizado.
—De acuerdo —no podía negarme a sus órdenes.
—Te espero abajo.
Amagó otro beso a mis labios, pero lo que hizo fue enterrar su rostro en mis tetas, parecían encantarle. Me reí y vi cómo se marchó. De inmediato fui a ducharme, aunque caminando con bastante pesadez, mis piernas aún temblaban.
Caminé hasta el baño, solo para admitir lo muy decorado que este estaba, podría incluso compararse al departamento donde vivía con Tony. En la ducha no pude evitar pensar en él y la fabulosa noche que habíamos tenido. Recordaba con exactitud cada toque y trato de él. Había sido tan mágico. No tardé en salir, recordé que la anterior noche él había rasgado mi vestido, iba a tratar de buscarlo, hasta que vi en la cama una especie de ropa deportiva, era lo mejor que se le había ocurrido. La cogí, esta tenía su aroma. Me retiré la toalla luego de secarme y me puse aquellas prendas, me quedaban bastante grandes. Tuve que cerrarme la chaqueta, debido a mis grandes pezones resaltaban de la ceñida camiseta, no usaba ropa interior.
Rapha me esperaba abajo. Fuimos juntos de la mano, como una pareja, hasta su coche. Esta vez era uno amarillo, aunque igual de lujoso. Me invitó a pasar, adentro vi mi bolso lila.
—Ay gracias, lo había olvidado —rápidamente saqué mi celular.
—Tranquila, sabes que conmigo no debes preocuparte por nada —encendió el coche.
Tenía miles de llamadas perdidas y textos. La mayoría eran de Anthony, aunque también de Tony. No les iba a responder, podía inventarme algo luego.
—¿El imbécil que no supo hacerte mujer? —me dijo colocando su mano en mi muslo.
—Ay.. no me gusta cuando hablas así…
—Ayer te encantó —me interrumpió.
—Jajaja.. Sí es él, voy a tener que poner una buena excusa —volteé evitando verme roja.
—Si te hace algún problema, me avisas.
—No, no va a ser necesario…
Volvimos a besarnos. Llevé mi mano a su entrepierna, recordaba la dureza con la que me había destrozado ayer. Finalmente llegamos al edificio, él aparcó al lado de la acera, desde donde podía ver la ventana de mi cuarto.
—Aquí te dejo, espero verte pronto —me besó.
—Quizá no sea pronto…
—Te volveré a ver y volveré a hacerte sentir tan bien como ayer —aseguró.
Volvimos a besarnos, luego me pidió mi número, a lo cual accedí.
—Deséame suerte, y cuídate —me dijo, sonriendo.
—Suerte. Tú también —le di un beso final y salí del coche.
Usé el ascensor dentro del edificio. Llegué rápido hasta mi piso, aproveché a calmarme y respirar profundo. Caminé lento hasta mi puerta, coloqué las llaves, pero alguien la abrió por dentro.
Narra Tony:
—¡¡¡Mamiii!!! —la abracé con fuerza.
—¡Uh! Tony, cariño. Ten cuidado —me apartó pronto.
—¿Estás bien mami? ¿Te pasó algo?
— Todos queremos saberlo —comentó mi aún esposo, caminando hacia nosotros.
—¿Qué haces aquí? Largo —se enojó mi mami.
—Alguien tenía que cuidar a mi hijo.
—Largo Anthony —ella pasó de largo, hasta su cuarto.
Mi padre la siguió. Pensaba en usar una de esas cámaras que había puesto en su habitación para escucharlos, pero recordé que la había sacado. De solo pensar en las veces que vi a mi madre cambiarse, se me erectaba el miembro.
También pensé en solo oírlos desde la puerta, pero mi padre salió muy rápido. Al parecer solo habían discutido.
—Tony, alístate. Nos vamos a almorzar.
—Yo los llevo —añadió mi padre.
—¡Sii! —respondí yo.
Mi madre nos vio de mala gana, no tuvo más remedio que aceptar. Algo en ella me parecía diferente, además de su dificultad para caminar. No le tomé mucha importancia y salimos los tres hacia el ascensor.
—¡Vaya pedazo de coche! —mencionó mi padre.
Era difícil no notar aquel coche amarillo. Vi a mi madre sonreír.
—Mami cuando sea grande te compraré uno así.
Ella me vio solo por un momento y rió, parecía prestarle más atención al auto.
—Debe ser uno de esos jodidos millonarios que ha venido a follarse a alguien.
—¡Anthony!
A mi tierna mami nunca le había gustado que le hablen así, aunque quizá era cierto eso de que habían follado a alguien en este edificio, solo la idea me ponía caliente. Subimos al coche y nos fuimos.
—Mami, luego podré mostrarte como va quedando mi traje para la fiesta de disfraces. ¿También irás?
—Ya estamos viejos para eso hijo jaja —respondió mi padre.
—¿Es en la facultad de tus amigos? —me preguntó.
—Sí, así es.
—Mmmm.. Quizá me anime —vi una sonrisa extraña suya por el espejo del coche.
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